viernes, 25 de octubre de 2024

LA SEGUNDA AMPLIACION

 

Detalle Plano Bemporat 1927 donde puede observarse la segunda ampliación del Cementerio. Fuente: Oficina Bemporat, “Plano Bemporat de la Capital Federal 1927”, en www.themaphouse.com

La primera ampliación, aunque necesaria, rápidamente se reveló insuficiente ante el acelerado crecimiento de la población y la proliferación de las concesiones “A perpetuidad”. Por esta razón,  a principios de la década del ‘20, bajo la Intendencia de Nicanor Salas Chávez, hombre de confianza de Alberto Barceló; se procedió a realizar una segunda ampliación comprando el resto de los terrenos que habían pertenecido a los Bedoya: Ahora el Cementerio llegaría hasta la calle El Salvador en dirección noroeste; mientras que hacia el sudoeste se extendería desde la altura de la calle Helguera en línea oblicua hasta la calle Casacuberta. Con este formato, la necrópolis aparece en distintos planos de las décadas del ’20 y ’30 como el Bemporat de 1927; en el que también se observa como el entorno se siguió loteando, generando la aparición de Villa Hue y el Barrio Obrero.


Plano de 1920, con lo que sería la segunda ampliación del Cementerio. Fuente: Archivo Histórico Municipal

Gracias a la segunda ampliación, se sumaron aproximadamente unas 90 secciones. Las más cercanas a Larralde (en ese entonces Agüero) siguieron el proceso de expansión de los Panteones Familiares, cuyos formatos cada vez más estandarizados y económicos, satisfacían las demandas de los sectores medios que lograban llegar a la “bóveda” propia. En esa zona, se construyó en 1929 el Panteón de la Sociedad Roma, el más extenso hasta el momento. A tono con los cambios estéticos, en esta época ya se observan influencias del Art Decó y el abandono de lo figurativo, que sólo seguirá manteniéndose en los trabajos de herrería y las placas recordatorias.

miércoles, 23 de octubre de 2024

LAS AMPLIACIONES DEL CEMENTERIO: LA PRIMERA AMPLIACION

Plano del Cementerio Municipal de Avellaneda. Circa 1911- 1922. Fuente: Archivo personal María Cristina Lanza.

Hacia 1910, la población de Avellaneda (llamada así desde 1904) era de aproximadamente 140000 habitantes. Si consideramos que cuando el Cementerio se puso en funcionamiento vivían poco más de 8000 almas en el Partido, es evidente que el crecimiento demográfico lo estaba dejando “chico”. Además, recordemos que la adquisición de parcelas “a perpetuidad”, si bien ayudaba al embellecimiento estético; restaba espacio para las sepulturas en tierra. 

Ante esta situación, el Municipio, ya bajo la gestión de Alberto Barceló; decidió ampliar la necrópolis, adquiriendo alrededor de tres hectáreas en dirección sud oeste, entre las propiedades de los Salaberría y los Bedoya. Este terreno iba desde Lucena hasta la altura de Heredia, y desde Puerto de Palos hasta un punto intermedio entre América del Norte y Pedernera. Como resultado, el Cementerio pasó, de un rectángulo, a ser una especie de “L”, tal como lo atestigua el Plano Peuser de 1912, que también muestra un entorno en el que las tierras de los antiguos propietarios ya se estaban loteando para formar los primeros barrios de la zona, como “Villa Colón”.

 

Detalle Plano Peuser de 1912 donde la ampliación aparece orientada hacia El Salvador y no hacia Puerto de Palos. Fuente: Peuser, Jacobo; “Plano de la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores ejecutado por los talleres de Jacobo Peuser”, Buenos Aires 1912, en Biblioteca Nacional Mariano Moreno

Con la ampliación, el Cementerio sumó 19 secciones (de la 17 a la 36), que fueron utilizadas preferentemente para sepulturas en tierra. El casco original, por otra parte, se siguió llenando de Panteones, en los que ya se observan influencias del Art Nouveau, y nuevos revestimientos, como el granito rústico o pulido.

Además de la expansión, la necrópolis mejoró su infraestructura: se nivelaron las calles, se finalizó el pórtico de acceso, y en el cruce principal, en 1911; se emplazó el monumento al Doctor Nicanor Basavilbaso; obra del escultor Luigi Trinchero; que hasta hoy ocupa ese lugar de privilegio.

 

LAS AMPLIACIONES DEL CEMENTERIO: EL ESPACIO ORIGINARIO

EL ESPACIO ORIGINARIO

El terreno original que el Municipio compró a los Bedoya, era de aproximadamente 2 hectáreas comprendidas entre las actuales Larralde, Lucena, Puerto de Palos; y lo que hoy es la salida vehicular (a mitad de camino entre Gral Pedernera y El Salvador). Formaba un rectángulo rodeado de quintas y bañados, que al noroeste lindaba con las tierras de la Familia Porcel de Peralta (donde posteriormente se ubicará el Cementerio de ACLIBA); al noreste con las tierras de los herederos de Tristán Bedoya, al sudoeste con las de Francisco Hue y A. Degoy; y al sudeste con las que mantuvo Genoveva Bedoya y que luego comprará la Familia Salaberría. Entre Lucena y Oyuela, corría el Arroyo Brown, uno de los tantos afluentes del Sarandí, hoy entubado.

Espacio Originario del Cementerio hacia 1890. Fuente: Archivo Histórico Muncipal

Detalle Plano Geodésico de Barracas al Sud donde puede observarse el espacio originario del Cementerio y su entorno. Circa 1900. Fuente: Fotos e Historia del Partido de Avellaneda (Página de Facebook)

El emplazamiento estaba prudentemente alejado del núcleo urbano del Partido, y era potencialmente ampliable. Poseía un muro sobre Crisólogo Larralde, calle que en ese momento se denominaba “Camino al Cementerio” y un humilde pórtico de rejas. Probablemente el resto del perímetro no era más que un simple alambrado, a la manera de muchos cementerios rurales; lo cual explica la existencia de sepulcros vivero o “corralitos”, de los que solamente subsiste el de Catalina Apat.

La planta del Cementerio y su disposición, eran similares a las del primitivo enterratorio de la Calle Belgrano, con dos avenidas principales: La de acceso peatonal, que empalmaba con la calle América del Norte (hoy Barceló); y otra perpendicular. Ambas formaban una cruz[2] y definían cuatro áreas con cuatro secciones cada una. Cada sección se dividía en 7 divisiones o “tablones”, con sepulturas de 1 vara de ancho. En el cruce de las avenidas principales (secciones 4, 5, 12 y 13) comenzaron a construirse los primeros Panteones Familiares importantes, algunos de los cuales siguen en pie, como el de los Etchegaray, Puyade, Palma, Pérez, Provilo, Gaete, Echevarría y Estévez. De esta época datan también los primeros Panteones Sociales, como el de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Avellaneda; y especialmente, el de la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos, cuya ubicación remata aún la calle de acceso peatonal. En ambos tipos (familiares y sociales) predomina el estilo neorrenacentista italiano, con revestimiento de mortero, o en algunos casos; mármol.

Hacia la actual salida vehicular (entre secciones 8 y 16) se emplazó el primer osario, y se construyeron nicheras que se proyectaban hasta Lucena. Durante la década del ’30, al demolerse las nicheras se formaron las secciones 27 bis y 7 bis, más angostas que las anteriores.

A pesar de ser de reciente data, a pocos años de su entrada en funciones, ya existían críticas hacia el mantenimiento del Cementerio, tal como lo atestigua el entonces Intendente Manuel Estévez, quien en 1890 lo encuentra en un estado “Deplorable”, aconsejando la forestación del espacio y la pavimentación de las calles principales[3].

Probablemente durante estos primeros años el marco regulatorio fue la Ordenanza redactada por Estévez para el primitivo Cementerio en 1866, complementada por los artículos 52 al 51 de la Ordenanza sobre Higiene Pública de 1892. Recién el 15 de noviembre de 1910 se aprobó la Ordenanza General de Cementerios que, con algunas modificaciones, rige hasta la actualidad[4].



[1] Según ARIES, Op. Cit., esta problemática ya aparece en París a mediados del siglo XIX:

…”Una memoria del Prefecto del Sena de 1844 expone las dificultades (…) de la concesión perpetua, cuyos efectos no podían ser previstos en origen, y la presión de una población siempre creciente. Este sistema termina por congelar el terreno, al mismo tiempo, por la duración de las concesiones y el amontonamiento de los monumentos”…

[2] La planta en cruz de los Cementerios Públicos, además de facilitar la mensura del espacio y la circulación de aire, también reviste de un significado simbólico:

…”Es la cruz la que recorta , ordena y mide los espacios sagrados como los templos, dibuja las plazas de las ciudades, atraviesa los campos y los cementerios. La intersección de sus ramas marca las encrucijadas; en ese punto central se eleva un altar, una piedra o un mástil”… CHEVALIER, Jean (Dir), “Diccionario de los Símbolos”, Herder, Barcelona, 1986

[3] LANZA, María Cristina; “Los Cementerios en Barracas al Sud/ Avellaneda”, Monografía Inédita.

[4] Las información sobre las ordenanzas de 1892 y 1910 se desprende del material aportado por María Cristina Echazarreta.

LA MONOGRAFÍA DE HENDI Y CODARO SOBRE EL CEMENTERIO DE AVELLANEDA

 


Hendi /Codaro “Historia y Patrimonio en las necrópolis de Avellaneda, publicada en AAVV, “Patrimonio Cultural en Cementerios y Rituales de la Muerte”, Secretaría de Cultura Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2005.

Esta monografía de Elen Hendi y Cristina Codaro es una de las escasas publicaciones que se ocupan con exclusividad de los Cementerios en Avellaneda, desde los primeros enterratorios en la época colonial hasta la fundación de la necrópolis actual.

Si bien presenta algunas inconsistencias y errores, se sostiene en torno a la loable premisa de vindicar su patrimonio tal como lo dicen sus autoras:

“El relevamiento de los panteones y sus historias es parcial y requiere una segunda etapa de trabajo para ser completada.

Con el objetivo final de conservar el cementerio como espacio no sólo funcional, sino ligado a la dimensión histórica colectiva, es necesario conocer cuáles son los elementos de valor patrimonial que deben protegerse y las historias que representan.

No se puede proteger lo que aún no ha sido identificado como suceptible de protección, y tampoco puede exigírsele al público que ayude a preservar lo que no conoce ni valora”..

A casi 20 años de su publicación, la demanda de Hendi y Codaro sigue vigente.


sábado, 19 de octubre de 2024

DOCUMENTAL "TOGETHER (2008)"


Este documental del danés Jannik Spildsboel explora la relación entre Luca Prodan y su hermano Andrea. Lo valioso de este fragmento es que muestra una visita realizada por la madre de ambos al Cementerio de Avellaneda, confirmando que las cenizas del cantante están bajo el monumento 

EL PORTICO DEL CEMENTERIO

 


EL PÓRTICO:

… “La Puerta simboliza el lugar de paso entre dos estados, entre dos mundos, entre lo conocido y lo desconocido, la luz y las tinieblas (…). La Puerta se abre a un Misterio. Pero tiene un valor dinámico, psicológico; pues no solamente indica un pasaje, sino que invita a atravesarlo. Es la invitación al viaje hacia un mas allá”…[1]

Al surgir dentro de un paradigma “miasmático”, que veía a la muerte como un problema sanitario, el Cementerio moderno irrumpe como un recinto aislado, separado de la población por la distancia, pero también por un muro perimetral sólo franqueable a través de ingresos debidamente regulados. Eso le da a los “Pórticos” una función utilitaria como lugar de paso de cortejos y deudos. Esa condición “dinámica” explica que, en general; las capillas, dependencias administrativas y servicios; se encuentren cerca de los Pórticos; a veces formando un mismo complejo.

A esa función utilitaria, se le suma el simbolismo de separar la “Tierra de los Muertos” de la “Tierra de los Vivos”, y también un valor referencial y cívico; ya que por mal que les pese a algunos, un Cementerio es, como el Concejo Deliberante, o las Escuelas y Hospitales; una Institución Municipal.

Por estas razones, los “Pórticos” constituyen un importante aspecto a analizar, ya que de alguna manera son la “Cara” de la Necrópolis; y en algunos casos, su construcción más importante. El ejemplo más claro son los Pórticos de los Cementerios Bonaerenses construidos en los ’30 y ’40 por el Arquitecto Alberto Salamone, de los cuales se destaca el de la Ciudad de Azul.

Construidos preferentemente para ser transitados a pie, muchos Pórticos han caído en desuso al construirse ingresos vehiculares.

Parece ser que el primer Pórtico del Cementerio de Avellaneda no fue más que un simple portón de hierro que se fue reformando hasta alcanzar una digna apariencia “italianizante” durante las primeras décadas del siglo XX

Fotografía del Pórtico del Cementerio de Avellaneda hacia fines de la década del '30, justo antes de la construcción del actual. Diario “La Opínón” del 25 de abril de 1938. Fuente: Fotos e Historia del Partido de Avellaneda (Página de Facebook)


Así aparece en fotografías de los años ’30; donde podemos observar un arco de medio punto rebajado franqueado por pilastras corintias y sendas hornacinas a sus costados. El frontis triangular remata en tres pilares con una cruz de hierro sobre su vértice superior. A los costados del vestíbulo se disponían; a la derecha, la primera Capilla, y a la izquierda, las dependencias administrativas.

En 1938, bajo el último período de Alberto Barceló como Intendente Municipal, se construyó el Pórtico Monumental actual, al mismo tiempo que, a pedido del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Manuel Fresco; el arquitecto Salamone estaba levantando sus construcciones en las necrópolis pampeanas.

La obra se realizó bajo la Dirección del ingeniero Alejandro Varangot (Director de Obras Públicas Municipal) y está firmada por el Arquitecto Antonio Bilbao la Vieja (1892- 1980); quien diseñó por esos años la sede del Club Atlético Independiente. Sin embargo, por el estilo utilizado, el resultado remite más a Varangot que a La Vieja.

Antonio Bilbao La Vieja en 1926, cuando fue tapa de "El Gráfico"

Varangot es más conocido por el Edificio Antonio Pini (1932) en Diagonal Norte; y el “Edificio Varangot” (1936) ubicado en la calle Moreno, Barrio de Caballito. Ambos incorporan elementos propios de las vanguardias arquitectónicas de la primera mitad del siglo XX (especialmente el Art Deco). No obstante, Varangot abrevó en el historicismo, especialmente en sus construcciones funerarias. Tal es el caso del Panteón del Centro Gallego del Cementerio de la Chacarita, construido entre 1929 y 1932. Allí se utiliza un estilo neorrománico con recursos que después llevará a sus obras del Cementerio de Avellaneda como el Pabellón de Oyuela y Casacuberta (llamado comúnmente “El de la Cruz Mayor”); y el Panteón de la Familia Leguizamón.

Tal como las construcciones anteriormente mencionadas, el Pórtico Monumental construido en 1938 remite a la pesadez y la horizontalidad del románico, reemplazando la piedra por un revoque imitativo. Otros elementos altomedievales son el techo a dos aguas del volumen anterior, las ventanas estrechas; y especialmente el gran arco de medio punto con arquivoltas y columnas pareadas que constituye la entrada principal. A los costados de la misma, dos entradas secundarias presentan en sus tímpanos sendos relieves que aluden a la muerte y la resurrección de Cristo.

Proyecto para pórtico del Cementerio de 1933

Plano del Proyecto del Pórtico definitivo. Fuente Archivo Histórico Municipal

El vestíbulo, que simbólicamente puede ser entendido como un espacio de “transición”, también oficia utilitariamente como un distribuidor que nos conduce a la avenida principal del Cementerio; a la Capilla (a la derecha) y a las dependencias administrativas (a la izquierda). Desde 1995 cuenta con un cielorraso decorado con una pintura al fresco realizada por el artista José Satti. 

 

Detalle de "El Juicio final", en el cielorraso del vestíbulo del Pórtico del Cementerio. Autor José Satti. Fuente: Fotos e Historia del Partido de Avellaneda (Página de Facebook)

La composición se titula “El Juicio Final”, y presenta cuatro paños temáticos que confluyen presididos por la Luz de Dios (que articula muy atinadamente con el candelabro del peristilo). En el paño que da a Larralde (El Cielo), un Angel recibe a los Bienaventurados que ingresan al “Domus Domini”, sin distinción de edad, sexo u origen. El paño opuesto (El Infierno) es el lugar de los condenados por sus Pecados Capitales, los cuales aparecen representados figurativamente. El paño que da a la Administración (El Mundo), aparece representado por las diferentes ocupaciones dispuestas según el criterio de clase, aprovechando el formato triangular. Finalmente, el paño que da a la Capilla (La Iglesia, la Vía, el Camino) simboliza las Virtudes Cardinales: La Caridad, la Esperanza y la Fe.



[1] CHEVALIER,  Op. Cit.

MONUMENTO HOMENAJE A LUCA PRODAN

 



Luca Prodan (1953- 1987) alcanzó notoriedad como líder del grupo “Sumo”, y colaboró para renovar el panorama del Rock en la Argentina de los ’80. Su ingreso en el Cementerio de Avellaneda no se debió a un vínculo previo con el Partido, sino a la negativa de otros enterratorios a recibir sus restos tras su muerte, el 22 de diciembre de 1987. Fue inhumado en la sección 90, pero el daño que generaban las continuas visitas de sus fanáticos en el entorno generó la “mudanza” hacia el Parque. Allí se emplazó una roca traída especialmente desde la localidad de “El Nono” (Provincia de Córdoba), donde el artista había residido en sus primeros años en la Argentina. Esa roca se transformó desde entonces en “La Tumba de Luca”, y a la manera de lo que ocurrió con Jim Morrison en Pére Lachaise, se convirtió en lugar de peregrinación para los seguidores, que atestiguan su visita con graffitis y dejan ofrendas florales, cigarrillos y botellas de ginebra (su bebida favorita).



PARQUE CONMEMORATIVO

 

OSARIO 

MONUMENTO CAIDOS LEVANTAMIENTO DE 1956

MONUMENTO A LA MADRE


EL PARQUE CONMEMORATIVO

Sobre el ingreso vehicular y en dirección a la Calle Oyuela, el Cementerio cuenta con un espacio arbolado de aproximadamente media hectárea, que recibe el nombre de “Parque Conmemorativo”. El mismo contiene tres elementos comunes en la morfología de las necrópolis públicas: El Osario, la Cruz Mayor; y una serie de monolitos y monumentos recordatorios.

El Osario es el lugar donde se depositan aquellos restos que, pasado el tiempo previsto por la reglamentación municipal, son retirados de las sepulturas. Si bien posee una función altamente utilitaria, es común que en su entorno se trasladen las placas o elementos que habían acompañado al difunto, saturando el espacio y haciéndolo rápidamente reconocible.

El primer osario del Cementerio de Avellaneda funcionó aproximadamente en el cruce de las secciones 6, 7, 14 y 15[1]. La extensión de la construcción de Panteones Familiares y las sucesivas ampliaciones hicieron necesario un nuevo emplazamiento. Por eso, cuando se añadieron los terrenos por los que antiguamente pasaba el Arroyo Brown (entre Puerto de Palos y Oyuela), se estableció el osario en esa zona, rodeándolo de un entorno libre de sepulturas que pasará a ser conocido como “Parque Conmemorativo”.

Sobre este segundo osario se levantó un altar de mampostería franqueado por paredes y presidido por una cruz latina que hace las veces de “Cruz Mayor” del Cementerio. Esta tipología, suele ubicarse en el cruce de las calles principales de las necrópolis de manera simbólica para recibir ofrendas y rezar a los difuntos. Probablemente haya existido una primera cruz mayor en donde hoy se encuentra el Monumento a Nicanor Basavilbaso.

Durante décadas el Osario y la Cruz Mayor del Cementerio de Avellaneda fueron la misma cosa. Sin embargo, la saturación del espacio motivó la construcción de un nuevo osario en el sector del Parque que se orienta hacia Larralde. Este tercer osario es el que actualmente se encuentra en funciones.

Dentro del Parque Conmemorativo también se concentran los monolitos y monumentos recordatorios que diversas instituciones levantan para homenajear a sus difuntos: Clubes deportivos (Independiente, Sudamérica), asociaciones filantrópicas (Rotary, Club de Leones), sindicatos (Luz y Fuerza); y partidos políticos aparecen representados en este espacio. Generalmente se trata de obras con más valor testimonial que artístico, pudiéndose destacar como excepción el homenaje a los Caídos del Partido Justicialista, realizado en 2013 por el artista José Satti que, a la iconografía partidaria, le agrega el simbolismo de la columna truncada[2].

Existen también algunas obras que no representan instituciones. Se trata de esculturas alegóricas, como la Réplica de “La Piedad” de Miguel Angel, el “Angel del Consuelo”, o el “Monumento a la Madre”, que ocupa el centro del Parque.

Además, en este recinto, hay lugar para homenajes individuales, como los dedicados al Doctor Rodolfo Eyerahabide, a la Docente Yorga Salomón; y particularmente al músico angloitaliano Luca Prodan (1953- 1987).



[1] Lanza, María Cristina; “Los Cementerios en Barracas al Sud/ Avellaneda”, Monografía Inédita.

[2] La columna truncada indica la vida rota del difunto que allí descansa. Por lo general se utiliza para personas fallecidas en la juventud.

CENOTAFIO HOMENAJE A LOS HÉROES DE MALVINAS

 


CENOTAFIO HOMENAJE A LOS HÉROES DE MALVINAS

Si bien no es un “Sitio de Memoria” en sentido estricto, incluiremos en este apartado al Cenotafio dedicado a los Héroes de Malvinas, ubicado en el vértice de Oyuela y Casacuberta, que recrea la estética del Cementerio de Darwin; y que homenajea particularmente a los 10 combatientes caídos en el conflicto oriundos de Avellaneda. Por esta razón, además de una réplica de la Cruz Mayor, a sus costados se disponen 10 cruces más pequeñas, cada una con un breve epitafio, que hacen referencia a:

Hector Gorosito 3/8/1946- 2/5/1982, Tripulante del ARA Crucero General Belgrano.

José María Galeano 21/8/1946- 2/5/1982, Tripulante del ARA Crucero General Belgrano.

Juan Carlos González 10/6/1944- 2/5/1982, Tripulante del ARA Crucero General Belgrano.

Fabián Pintos 9/9/1960- 2/5/1982, Tripulante del ARA Crucero General Belgrano.

Claudio Olivieri 28/5/1956- 3/5/1982, Guardia Marina del ARA Alférez Sobral.

Miguel González 8/10/1962- 10/6/1982, Soldado Conscripto del Regimiento 7 de Infantería de La Plata.

Donato Manuel Gramisci 25/7/1962- 10/6/82, Regimiento 7 de Infantería de La Plata.

Guillermo Ojeda 23/5/1962- 10/6/1982, Comando Brigada III E. C.

Alberto Manuel Juárez 20/9/1962- 10/6/1982, Soldado Conscripto del Regimiento 7 de Infantería de La Plata.

Sergio Alberto Carballido 22/9/1962- 10/6/1982, Regimiento 7 de Infantería de La Plata.

MONUMENTO HOMENAJE A LOS CAIDOS DEL 23/12/1975 EN MONTE CHINGOLO

 




MONUMENTO HOMENAJE A LOS CAIDOS DEL 23/12/1975 EN MONTE CHINGOLO

Sobre la Calle Casacuberta, frente al sector 168 se encuentra el “Monumento Homenaje a los Caídos el 23/12/1975 en Monte Chingolo”. A uno de sus costados un cartel nos informa las razones de su existencia:

…”El 23 de diciembre de 1975, en el marco de la lucha de clases de la época y teniendo como objetivo la Revolución Socialista y la liberación de América del imperialismo estadounidense, el Partido Revolucionario de los Trabajadores como dirección política y militar del Ejército Revolucionario del Pueblo, decidió el copamiento del Batallón de Arsenales 601 de Monte Chingolo con el objetivo de recuperar armamento para la causa revolucionaria, impedir la consumación del golpe militar contra las Instituciones del Estado que ya se estaba preparando y frenar el Terrorismo de Estado que secuestraba, torturaba y asesinaba en todo el territorio.

Más de 250 combatientes llevaron a cabo numerosas acciones armadas que incluyeron el copamiento del Batallón, cortes de puentes y rutas de acceso en una amplia extensión del sur del Gran Buenos Aires hasta La Plata.

Se produjeron encarnizados enfrentamientos con las Fuerzas Armadas y Policiales, muy superiores en armamento, con el agregado de que la operación había sido infiltrada por los servicios de inteligencia del ejército.

Como resultado de dicha represión al ataque guerrillero, las fuerzas estatales asesinaron prisioneros, remataron heridos, les cortaron las manos y los sepultaron sin identificar en este sitio del Cementerio de Avellaneda, bajo un basural que servía de letrina. Muchos de estos militantes fueron identificados por la valiosa intervención del Equipo Argentino de Antropología Forense desde su exhumación en 2006. De otros aún no se han hallado sus cuerpos y aún permanecen desaparecidos”…

De los 70 combatientes caídos en los enfrentamientos, se calcula que al menos 55 fueron trasladados al Cementerio de Avellaneda, y si bien el emplazamiento de las fosas comunes donde fueron inhumados se conocía desde los ’80, recién en 2006 se procedió a su exhumación. A la fecha se han logrado identificar a 51 de esas personas.

A diferencia del Sector 134, los restos identificados fueron reinhumados en el mismo sitio donde fueron encontrados, y en el lugar, que ya de por sí era un Sitio de Memoria; se construyó entre 2006 y 2009 este Monumento Conmemorativo.

El mismo consta de una plataforma en forma de estrella de 5 puntas, franqueada por una pasarela mediante la cual se accede a un espacio interior, delimitado por volumenes rectangulares de hormigón, que contienen en placas de granito los nombres grabados de los combatientes caídos. En el centro de la composición se destaca un pequeño túmulo pentagonal con la siguiente frase:

…”Vuestras manos hablan

Si, así como habla una sonrisa revolucionaria

Vuestras manos exigen

Si, exigen justicia

Vuestras manos aquí presentes

Siempre

COMISIÓN DE FAMILIARES

23 DE DICIEMBRE 2014”…

El conjunto se completa con una escultura en relieve donada por sus autores Enrique Azcárate y Cecilia Fernández; y numerosas placas recordatorias que atestiguan los periódicos homenajes realizados.

Tapa Crónica 24/12/1975

Crónica 25/12/1975

Crónica 25/12/1975

Crónica 30/12/1975




SECTOR 134

 




SECTOR 134

…”En los primeros meses  de 1976 y por orden del intendente de facto  de entonces, el coronel Marcelo D´elía, se construyó un muro de tres metros de alto y unos 30 de largo entre el paredón de la calle Oyuela y el cementerio con el objetivo de aislar al sector donde funcionaba la morgue y que no quedaran al descubierto las cosas que allí sucederían. El sector se denominó con el número 134.  Se colocó un portón que permitía evitar la entrada principal y tener una entrada independiente sobre la misma calle Oyuela.

Las llaves del sector 134-Morgue fueron entregadas al personal de la comisaría de Sarandí y de la Unidad Regional II de Lanús. Con el área, de unos 300 metros cuadrados, aislada y lindera a la morgue, se comenzó la tarea de ocultamiento de las víctimas durante los primeros meses de 1976.

Los empleados del cementerio recibían la orden de cavar fosas de 2 metros de ancho, 4 de largo y 2 de profundidad que se denominan vaqueras. Las vaqueras eran fosas comunes. Las vaqueras eran cavadas durante el día. Según declaraciones de personal del cementerio de Avellaneda, entre 1976 y 1978, las vaqueras se realizaban cada 20 o 25 días.  Por la madrugada, camiones policiales y del ejército traían los cuerpos que iban a parar a las vaqueras. Los vehículos entraban de culata por la calle Oyuela. De noche, cuando se hacían los traslados, los vecinos debían apagar las luces, de lo contrario los militares disparaban contra los edificios.

En los libros del cementerio quedaron registrados los ingresos de los cuerpos NN, casi todos ellos fusilados en simulacros de enfrentamientos. El procedimiento consistía en sacar de los centros clandestinos de detención del circuito Camps a grupos de detenidos desaparecidos con la excusa de trasladarlos. Ya en la calle, se buscaban lugares más o menos alejados de grandes concentraciones urbanas, se los bajaba de los vehículos en los que eran trasladados y se los asesinaba a balazos. Luego eran ingresados como NN al cementerio y el primer cuerpo del ejército emitía un comunicado donde se daba cuenta del enfrentamiento y la cantidad de “subversivos abatidos” y era publicado sin modificaciones por los medios de comunicación de la época”…

…”En 1984, nació el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para investigar los restos humanos que comenzaron a descubrirse en los diferentes cementerios del país y que se suponía pertenecían a los ciudadanos detenidos desaparecidos. La investigación determinó tras el trabajo de exhumación que los destinos de las víctimas del terrorismo de Estado fueron esencialmente tres: enterramientos clandestinos como NN en cementerios municipales; enterramientos clandestinos en Centros Clandestinos de Detención o áreas militares y el arrojarlos al Río de la Plata.

El EAAF comenzó en octubre de 1986 a trabajar en el sector 134 del Cementerio de Avellaneda por orden de la justicia para buscar los restos de Rafael Perrota, director del Diario El Cronista Comercial, quien fue secuestrado en la Ciudad de Buenos Aires en julio de 1977. Se trabajo en un área de 2 metros cuadrados. Allí no se encontró el cuerpo de Perrota, pero sí los de otras 11 personas”…

…”El EAAF retoma su trabajo en el sector 134 del cementerio Municipal de Avellaneda en junio de 1987. Esta vez por orden judicial, se busca el cuerpo de María Teresa Cerviño. La búsqueda comprende la totalidad del sector 134, alrededor de 300 metros cuadrados. Los trabajos de excavación duran hasta 1992. Los resultados fueron el hallazgo de la fosa común más grande de las halladas hasta el momento

Con estas identificaciones se pudo establecer una conexión entre los Centros Clandestinos El Pozo de Banfield, ubicado en Lomas de Zamora, y El Vesubio, que funcionó en La Matanza. La mayoría de estos identificados fueron vistos por testigos en estos CCDyE y asesinados en enfrentamientos fraguados en el conurbano bonaerense. Los menos fueron muertos en enfrentamientos y también enterrados de manera clandestina”…[1]

En total fueron encontrados los restos de 336 personas, la mayoría menores de 35 años. De ellos, 120 han sido identificados. Entre ellos se destacan los de la Familia Zárate- Manfil, primer caso mundial en el que se utilizaron técnicas de comparativa de ADN. El caso fue llevado al cine en 1996 con el documental “Tierra de Avellaneda”, de Daniele Incalcaterra.

Finalizados los trabajos del EAAF, el sector 134 recibió diferentes intervenciones con el objetivo de fortalecer su condición de Espacio de Memoria: En 2004 se selló simbólicamente el portón de acceso.

Además, se demolió el muro que aislaba el sector y se delimitaron las cuadrículas de las vaqueras. Con posterioridad se realizaron obras de intervención artística, un camino de acceso; y un importante trabajo de señalética que permite al visitante informarse de la cuestión.




[1] La cita está tomada de la página oficial del Equipo Argentino de Antropología Forense www.eaaf.org

PANTEON LA PAZ

 

Nombre: Panteon La Paz

Categoría: Panteón Social

Data: Circa 1980

Ubicación: Sobre Casacuberta, altura Sector 162

Constructor: S/D

Características: Este Panteón de carácter privado, pertenece a la Mutual de Profesionales y Técnicos. Es la construcción de mayor envergadura del Cementerio y una de las más recientes. De estilo racionalista, evita en su fachada todo tipo de referencia figurativa, pudiendo pasar perfectamente por un edificio de departamentos. Se compone de un volumen principal de seis pisos de altura; y dos volúmenes secundarios por delante, que contienen escaleras. El conjunto evidencia, en las amplias galerías vidriadas y en los muros de ladrillo calado; una de las premisas de la arquitectura funeraria de fines del siglo XX: La de contar con una iluminación y ventilación adecuadas, que se contrapongan con eficiencia al abarrotamiento de nichos.

Dentro de este Panteón se encuentran los restos del fotógrafo y reportero gráfico José Luis Cabezas (1961- 1997), cuyo asesinato en Pinamar, conmovió profundamente a la opinión pública. Junto a él descansan también sus Padres.


1965 LA CAPILLA QUE NO FUE...

En septiembre de 1965 se elaboró un proyecto para mudar la Capilla, ubicada a la izquierda del pórtico de acceso peatonal; hacia la zona del...