FRAGMENTO DE WIECKIEWICZ, "LOS CEMENTERIOS VIEJOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES: EL CASO DE BARRACAS AL SUD 1854- 1876) MONOGRAFIA PRESENTADA EN ELCONGRESO DE HISTORIA DE AVELLANEDA 2024
Si bien los Párrocos tenían la
obligación de registrar las defunciones en el Libro de Muertos, en un principio
no había una fórmula protocolar de asentarlas, por lo que hasta 1859[1],
sacando la fecha, el nombre del difunto y su condición de adulto o párvulo;
cualquier otra información dependía arbitrariamente del sacerdote (que
mayormente no se explayaba demasiado).
Fue el presbítero Domingo Alemán,
quien en septiembre de 1859 inició una práctica valiosísima como fuente de
información: La de registrar las causas de los fallecimientos; costumbre que
continuarán Sebastián Lozano e Ildefonso Dorronsoro (los otros párrocos que
tuvo Nuestra Señora de la Asunción en el período estudiado). Gracias a ellos
podemos observar las principales causas de mortalidad de la época[2].
PRINCIPALES CAUSAS DE MORTALIDAD ADULTOS 1859- 1876
CAUSA |
CANTIDAD BRUTA |
PORCENTAJE |
OBSERVACIONES |
COLERA MORBUS |
212 |
9,7 |
Foco 1868. Leve Rebrote 1874 |
TUBERCULOSIS |
144 |
6,4 |
|
VIRUELA |
128 |
5,6 |
Focos 1868, 1871 y 1872 |
FIEBRE AMARILLA |
120 |
5,5 |
Foco 1871 |
HIGADO/HEPATITIS |
69 |
3,2 |
|
REPENTINAMENTE |
67 |
3,1 |
|
VEJEZ |
66 |
3 |
|
PULMONIA |
66 |
3 |
|
FIEBRE |
54 |
2,5 |
|
TIFUS |
52 |
2,4 |
Leve pico en 1866 |
SOBREPARTO |
49 |
2,2 |
|
De acuerdo a esta lista, se
observa una cierta heterogeneidad en las causas de mortalidad en adultos;
aunque las enfermedades infectocontagiosas sumadas representan aproximadamente un
tercio de la mortalidad total, problemática típica del siglo XIX y relacionada
con las malas condiciones de salubridad, la pobreza y el desconocimiento de
tratamientos adecuados,
El Cólera Morbus, del que ya nos
hemos ocupado, con casi un diez por ciento es la principal causa de
fallecimientos, pero aparece muy puntualmente entre fines de 1867 y principios
de 1868, con un leve rebrote en 1874. Su efecto repentino y devastador, fue el
gran causante de la primera clausura del Cementerio Viejo.
Más constante fue la
tuberculosis, con un promedio de 10 casos anuales. Enfermedad llena de
prejuicios, a lo largo del siglo XIX no se creía en su contagio, sino que se le
daba un carácter hereditario, el cual se activaba por componentes climáticos,
alimentación insuficiente, aire viciado, trabajo excesivo, onanismo y
“degeneración moral”[3].
A pesar que ya existía la vacuna
contra la viruela, este mal seguía siendo una enfermedad mortal para un tercio
de los que la padecían[4].
Su carácter altamente contagioso generó tres picos importantes en Barracas al
Sud: el de 1868, 1871 y 1872. Tres cuartos de los adultos fallecidos por
viruela murieron en esos tres años.
La Fiebre Amarilla, con su pico
en 1871, fue proporcionalmente mucho más leve que en la Ciudad de Buenos Aires.
Evidentemente las medidas sanitarias tomadas por la municipalidad (aún inspiradas
por conceptos erróneos) dieron sus frutos, entre ellas la clausura definitiva
del Cementerio Viejo.
Otras enfermedades infecciosas
que aparecen en la lista son la Hepatitis (confundida en esa época con la
cirrosis), la pulmonía, el tifus y la difícilmente clasificable “fiebre”;
aunque no presentan picos importantes.
La principal causa de mortalidad
no infecciosa es la “muerte repentina”, donde probablemente podríamos ubicar a
los fallecidos por problemas coronarios sin síntomas previos claros. Muy cerca
de ella, “la vejez”, aparece como una manera de explicar los fallecimientos sin
causa aparente, pero a una edad avanzada, que para la época podía ser superar
los 70 años[5].
PRINCIPALES CAUSAS DE MORTALIDAD PARVULOS 1859- 1876
CAUSA |
CANTIDAD BRUTA |
PORCENTAJE |
OBSERVACIONES |
TETANOS NEONATAL |
1358 |
43 |
|
FIEBRE |
380 |
12 |
|
VIRUELA |
148 |
4,7 |
Focos 1868, 1871 y 1872 |
LLAGAS GARGANTA |
133 |
4,2 |
Especialmente 1865 a 1867 |
EMPACHO |
116 |
3,7 |
|
DENTADURA |
88 |
2,8 |
|
LUEGO DE NACIDO |
67 |
2,1 |
|
SARAMPION |
55 |
1,7 |
|
TOS CONVULSA |
36 |
1,1 |
|
DIARREA |
34 |
1 |
|
CRUP |
25 |
0,8 |
|
MENINGITIS |
17 |
0,5 |
|
La categoría “Párvulos” englobaba
a los niños menores de siete u ocho años. A diferencia de los adultos, aquí se
observa un altísimo porcentaje de víctimas fallecidas por el “tétanos
neonatal”, que supera ampliamente a epidemias espectaculares como el cólera o a
la fiebre amarilla. De hecho, en términos absolutos, 1 de cada 4 fallecidos
entre 1859 y 1876 (o sea el 25%), murió por esta razón.
El tétanos neonatal[6]
irrumpía por la infección que se generaba en el niño al cortarse el cordón
umbilical sin ningún tipo de asepsia. Comenzaba a manifestarse algunos días
después del nacimiento con dificultades para alimentarse, trabazón de
mandíbulas y llanto excesivo; a lo que sucedían violentas fiebres y
convulsiones. En los registros, esta enfermedad también aparece como “mal de
los siete días”, “pasmo” o “alferecía”. Ignorantes de la verdadera razón del
mal, las familias protegían a los niños aislándolos durante sus primeros días
de vida, y cuando la tragedia se suscitaba, se resignaban a aceptar la voluntad
de Dios, que había querido sumar a un nuevo “angelito” en el cielo.
Si al tétanos neonatal le sumamos
los fallecimientos “luego de nacido” y “dentadura”, fácilmente podemos concluir
que la mayoría de los párvulos que ingresaban al cementerio no llegaban al año
de vida. Es difícil imaginar cómo esta tendencia se materializaba en la geografía
del enterratorio, un verdadero “Cementerio de Bebés”.
Después de la heterogénea y
difusa categoría “fiebre” aparece la viruela, con picos importantes en 1868,
1871 y 72; un poco detrás las “llagas en la garganta”, de particular desarrollo
entre 1865 y 1867; y también el sarampión. Esto demuestra un claro predominio
de las enfermedades infecciosas en una época carente de las vacunas que, a
partir del siglo XX redujeron notablemente la mortalidad infantil.
En los libros de muertos de Nuestra
Señora de la Asunción no solamente se asentaron enfermedades como causas de
mortalidad. Existe un pequeño porcentaje de muertes traumáticas, transcriptas
de manera muy discreta por los Párrocos, pero gracias a las cuales podemos
concluir que el principal peligro que afectaba a los vecinos de la primitiva
Barracas al Sud (sacando las infecciones) era el ahogarse en el Riachuelo, o en
alguno de los arroyos de la zona, especialmente en épocas de crecida. De hecho,
la primera causa de muerte traumática registrada en Barracas al Sud es la de
“un hombre ahogado encontrado en el Río del Paso de Burgos” el 16 de septiembre
de 1859.
En segundo lugar, aparecen los
homicidios, más por armas blancas (“puñaladas”) que por armas de fuego (“de un
tiro”); y causados posiblemente por enfrentamientos entre particulares, más que
por robos. Tengamos en cuenta, que en una época en la que el Estado aún no
tenía el absoluto monopolio de la fuerza, la probabilidad de que dos individuos
estuviesen armados y pudiesen finalizar desgraciadamente un conflicto era más
bien alta. El primer fallecido registrado por esta razón es el “francés” Juan
Saldumbide, quien fue asesinado el 6 de noviembre de 1859 a los 64 años.
El resto de los fallecimientos
traumáticos tiene que ver con “accidentes” de diversa índole, que vistos en
conjunto nos hablan de una sociedad que aún no ha dejado de ser del todo rural
(“Rodada de caballo”, “apretado por una carreta”, “atropellado por novillos”);
pero que ya avizora su futuro urbano e industrial (“apretado por una máquina de
vapor”, “atropellado por el ferrocarril”).
Como curiosidad, al menos dos
personas enterradas en el Cementerio Viejo murieron fulminadas por un rayo:
Miguel Navarro, de 35 años, el 28 de mayo de 1862; e Ignacio Maisterena, de 17
años, el 22 de febrero de 1870.
[1] En rigor, el Gobierno del Estado de Buenos Aires, a través del
Decreto 1740 de 1857, había establecido un protocolo para registrar a los
fallecimientos, pero en Barracas al Sud, el Párroco de entonces, Manuel María
Erausquín no habría observado esta disposición, generando el reclamo del
entonces Juez de Paz, Manuel Estévez. Ver ECHAZARRETA, Op. Cit.
[2] Recién a partir
de 1868, en los libros de muertos aparecen prefijadas todas las cuestiones a
asentar.
[3] Sobre los prejuicios que rodeaban a la tuberculosis ver ARMUS,
Diego; “La Ciudad Impura, Salud, Tuberculosis y Cultura en Buenos Aires 1870-
1950”, EDHASA, 2007
[4] VON WICHMANN, Op
Cit.
[5] Sobre ese tema
ver OTERO, Hernán; “Mortalidad y percepción de la vejez. El caso argentino
1850- 1950” en Quinto Sol, Vol 22, N° 2 Mayo- Agosto 2018
[6] Sobre el tétanos
neonatal y otras causas de mortalidad infantil de la época nos hemos basado en
el trabajo de COWEN, Miguel; “La muerte niña, Las patologías de la primera
infancia en Buenos Aires. Fines del siglo XVIII- Primeras décadas del siglo
XIX”. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2911/pr.2911.pd
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