Categoría:
Panteón Familiar
Data: Circa 1950
Ubicación:
Sección 7 bis, división 1
Constructor: S/D
Características:
Típico Panteón de catálogo muy en boga en las décadas del ’50 y ’60, revestido
en granito rústico gris y frontis triangular con cruz en el tímpano. Alrededor
del portón de acceso a la capilla se disponen numerosas placas recordatorias,
destacándose la que aparece por encima del dintel, ya que es un homenaje del
Sao Paulo Futebol Clube a la figura de Antonio Sastre. La misma reza lo
siguiente:
“Don Antonio Sastre
Estrela fulgurante do futébol
sudamericano
A torcida do Sao Paulo futebol Clube
Hoje como há mais de 50 anos recorda
Suas glorias
Para nos vocé estará sempre vivo
Sao Paulo/ Buenos Aires
Outubre/ 98”
Antonio Sastre
(1911- 1987) fue uno de los más importantes futbolistas de la Historia del
Fútbol Argentino, y uno de los pocos que lograron triunfar en Brasil. Dueño de
una gran versatilidad; podía jugar en todos los puestos de la cancha… incluso
de arquero. Tras su fallecimiento, una de las plumas más importantes de la
Revista “El Gráfico”: Juvenal (Julio César Pasquato), le dedicó la siguiente
necrológica:
…” Dejó de jugar
cuando terminaba 1947. Hace exactamente cuarenta años. Desde entonces, no
estuvo en el fútbol. Desde hace pocos días no está más entre nosotros. Sin
embargo, es una cita obligada, un mojón ineludible, un punto de referencia
fundamental para saber que hoy el fútbol argentino es así porque existió
alguien llamado Antonio Sastre. Para comprender que Independiente es como es,
porque alguien llamado Antonio Sastre le dio su estilo, su vocación y su
filosofía futbolera.
Para quienes hoy
tienen menos de 40 años, este hombre, que nació en Lomas de Zamora el 27 de
abril de 1911 y falleció el 23 de noviembre de 1987, fue un personaje de
leyenda, un desconocido a quien aprendieron a conocer y admirar a través de esa
transmisión folclórica que va de padres a hijos, de abuelos a nietos, de tíos a
sobrinos. Nuestra intención es que lo conozcan mejor. Y para eso, lo ubicamos
en tiempo presente.
Cuila Sastre era una
dosificada mezcla de Ricardo Bochini y Ricardo Giusti. Tenía el genio del
Bocha, su ductilidad, su destreza, su facilidad para hacer todo simple, todo
fácil, todo claro. Y el despliegue admirable del Gringo, su generosidad de
hombre de equipo, su ubicuidad para estar en muchos lugares a la vez, allí
donde sus compañeros necesitaran de su apoyo y su vitalidad.
¿Les basta para
ubicarse y ubicarlo? Les damos más datos. Comenzó amando la pelota. Llevándola
atada a su empeine, dominante y acariciador. Terminó amando al fútbol. Con su
cabeza levantada, el mapa de la cancha grabado en su cerebro, su talento para
ver donde otros no veían, su capacidad estratégica y su personalidad de
conductor. A la manera del Bocha. Sin gritos, sin gestos, sin dar nunca la sensación
de que mandaba y ordenaba a todos sus compañeros. En el medio de esos dos
extremos "inventó" el fútbol moderno. El polifuncional. El hombre de
toda la cancha y todas las funciones. El antepasado ilustre de Alfredo Di
Stéfano y Johan Cruyff. El creador del fútbol total en la Argentina. No el
único, porque en sus tiempos también jugaba Carlitos Peucelle, otro fabuloso
hombre-orquesta, como se los llamaba en los años treinta. Cuila fue delantero,
mediocampista, defensor y hasta jugó dos veces de arquero. Lo vi también de
half derecho —el cuatro de hoy— en el Sudamericano del '37. Le tocó marcar a la
famosa pareja izquierda brasileña que integraban Tim y Patesko. Los anuló
totalmente. Con tanta calidad que les quitaba la pelota, los gambeteaba y la
entregaba segura,
mansita. Ese mismo
año, en un partido sensacional que jugaron Independiente y River, lo admiré de
wing derecho. Se corrió a esa punta para que jugara de insider izquierdo Moisés
Reuben. Así como se corrió a la izquierda para que entrara como interior
derecho Vicente De la Mata. Hasta la llegada de Capote. Sastre era insider
derecho y en esa posición, a comienzos del profesionalismo, formó con el
uruguayo Roberto Porta un ala sensacional, que daba bailes a domicilio. Pedro
Arico Suárez, notable half izquierdo de Boca en aquellos tiempos se amargaba
cuando le tocaba enfrentar a Independiente. Y mientras masticaba su infaltable
toscano. les comentaba a sus compañeros: "Pensar que mañana vienen éstos
con los bandoleones..." Se refería a Porta-Sastre. Los
"bandoleones" eran sus toques, sus gambetas, sus permanentes
diabluras futbolísticas.
Independiente
arrasó con todos, batiendo records de goles, elaborando espectáculos
inolvidables cuando se consagró campeón de 1938 y 1939. Su terceto central
integrado por De la Mata, Erico y Sastre fue algo de otro mundo. Tal vez de ese
otro mundo en el que ahora se juntaron los tres para seguir bordando jugadas
exquisitas y goles maravillosos. En 1943. Antonio se fue a Brasil para
incorporarse al San Pablo. Después de 13 años sin salir campeón, el cuadro
paulista consiguió tres títulos consecutivos. Hace alrededor de veinte años.
Osvaldo Brandao me dijo: "Los argentinos quieren copiar hoy cosas del
fútbol brasileño. Se olvidan que un argentino vino a Brasil hace veinte años
para enseñarnos fútbol a nosotros. Era Antonio Sastre...
Joáo Saldanha,
técnico y periodista brasileño que ha visto fútbol en todo el mundo, me lo
definió en Guadalajara, cuando nos encontramos para ver Brasil-Francia por el
último Mundial, con estas palabras definitivas: "Antonio fue uno de los
más grandes. A la altura de Pelé. Di Stéfano o Cruyff.
Vale la pena
repetirlo, porque siempre se dice que el nuestro es un fútbol con historia.
Somos como somos. Independiente es como es porque allá por los años treinta
existió alguien llamado Antonio Sastre”…[1]
[1] JUVENAL, “Antonio Sastre fue el
Fútbol”, artículo publicado en “El Gráfico” en noviembre de 1987 y
disponible en www.elgrafico.com.ar
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