Categoría:
Panteón Familiar con nicheras exteriores
Data: 1896
Ubicación:
Sector 13, división 4, sepulturas 30 a 35 y 67 a 72
Constructor:
Juan Arduino
Características:
Este Panteón de aires neoclásicos, remite al severo estilo de la Roma
republicana, con escasa ornamentación, a no ser por las pilastras que franquean
la entrada arquitrabada. En el frontis de la misma se observa la fecha de
construcción y el apellido familiar. El revestimiento combina la imitación
sillería y el mármol de las tapas de los nichos, que se disponen en dos
niveles. La construcción remata en un frontón triangular con acróteras y un
crismón en el tímpano. Se encuentra bastante deteriorada.
Su autor, Juan
Arduino (1858- 1912) fue un célebre escultor de origen italiano, que decoró la
Escuela Presidente Roca, frente a la Plaza Lavalle. Al morir, sus alumnos de la
Academia Nacional de Bellas Artes, instalaron una placa en el Panteón a modo de
homenaje.
Domingo Aphalo
nació en 1799 en Orsanco, País Vasco Francés. Estaba casado con Juana Galbarne,
con quien tuvo siete hijos. La familia llegó al país alrededor de 1850 y se
asentó en Barracas al Sud, donde Domingo se empleó como jornalero. Los dos
hijos mayores del matrimonio, Juan y Marcos (de 25 y 23 años respectivamente);
murieron con pocos días de diferencia en noviembre de 1868 víctimas de viruela,
siendo enterrados en el Viejo Cementerio Muncipal, y trasladados al actual años
más tarde. Los malogrados hermanos y su padre (fallecido en 1878) aún comparten
uno de los nichos, pudiéndose distinguir sus nombres en una placa de mármol
casi ilegible.
Hacia fines del
siglo XIX, los descendientes de Domingo lograron alcanzar una próspera
situación; especialmente Francisco Aphalo (1857- 1943), que se dedicó al
comercio. Por esa razón, tras el fallecimento de Juana Galbarne en 1896, se
levantó el Panteón Familiar; contratando los servicios de Juan Arduino, nada
más y nada menos.
Dice el Diario
“La Ciudad” sobre Francisco Aphalo:
…” Nació en Avellaneda, en ese entonces
Barracas al Sud, el 8 de mayo de 1857. Estuvo íntimamente ligado al
desenvolvimiento de la ciudad, ya que a lo largo de sus años había podido ver
la maravillosa transformación de la humilde aldea en pujante y vigorosa ciudad,
y no poca de esa singular metamorfosis se debió a su fecunda obra en la
sociedad local.
Actuó en el comercio, la banca en la
industria, en las instituciones siempre imponiendo la rectitud de sus
procederes aportando voluntad y obra con inquebrantable decisión.
En todos los órdenes de sus actividades,
el caballero había impreso el sello de su personalidad, actuó en el seno de la
sociedad con la impecable corrección de un hombre gentil y correcto, dejando
siempre el recuerdo de su paso.
En el orden político fue un viejo y
conspicuo militante del Partido Demócrata Nacional, al que representó en
diversos cargos públicos con absoluta integridad y honra. Así ocupó la
presidencia del consejo escolar durante varios períodos, recordándose su
actuación como una de las más brillantes que cuenta ese organismo educacional.
Fue también presidente y uno de los
fundadores de la Compañía de Seguros “La Comercial e Industrial de Avellaneda”,
miembro del consejo local de la sucursal Avellaneda del Banco de la Provincia
de Buenos Aires en su época inicial, socio fundador y dirigente del Club Pueblo
Unido, también ocupó la presidencia de la Comisión Administradora del Hospital
Fiorito, en el año 1918, durante la Intendencia del Dr. Manuel Beguiristain,
propendiendo al impulso de la administración de dicho establecimiento
sanitario.
El 13 de junio de 1943, a la edad de 85
años deja de existir don Francisco Aphalo, un vecino que para Avellaneda
siempre fue una figura venerable y patriarcal”…[1]
Uno de los hijos
de Francisco; el Ingeniero José Domingo Aphalo (1894- 1967) llegó a ser
Intendente Municipal entre 1948 y 1952. Durante su mandato se realizaron
importantes reformas en el Cementerio. Paradójicamente, sus restos descansan
casi desapercibidamente en uno de los nichos de la parte inferior del Panteón.
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