EL PÓRTICO:
… “La Puerta simboliza el lugar de paso
entre dos estados, entre dos mundos, entre lo conocido y lo desconocido, la luz
y las tinieblas (…). La Puerta se abre a un Misterio. Pero tiene un valor
dinámico, psicológico; pues no solamente indica un pasaje, sino que invita a
atravesarlo. Es la invitación al viaje hacia un mas allá”…[1]
Al surgir dentro
de un paradigma “miasmático”, que veía a la muerte como un problema sanitario,
el Cementerio moderno irrumpe como un recinto aislado, separado de la población
por la distancia, pero también por un muro perimetral sólo franqueable a través
de ingresos debidamente regulados. Eso le da a los “Pórticos” una función
utilitaria como lugar de paso de cortejos y deudos. Esa condición “dinámica”
explica que, en general; las capillas, dependencias administrativas y
servicios; se encuentren cerca de los Pórticos; a veces formando un mismo
complejo.
A esa función
utilitaria, se le suma el simbolismo de separar la “Tierra de los Muertos” de
la “Tierra de los Vivos”, y también un valor referencial y cívico; ya que por
mal que les pese a algunos, un Cementerio es, como el Concejo Deliberante, o
las Escuelas y Hospitales; una Institución Municipal.
Por estas
razones, los “Pórticos” constituyen un importante aspecto a analizar, ya que de
alguna manera son la “Cara” de la Necrópolis; y en algunos casos, su
construcción más importante. El ejemplo más claro son los Pórticos de los
Cementerios Bonaerenses construidos en los ’30 y ’40 por el Arquitecto Alberto
Salamone, de los cuales se destaca el de la Ciudad de Azul.
Construidos
preferentemente para ser transitados a pie, muchos Pórticos han caído en desuso
al construirse ingresos vehiculares.
Parece ser que
el primer Pórtico del Cementerio de Avellaneda no fue más que un simple portón
de hierro que se fue reformando hasta alcanzar una digna apariencia “italianizante”
durante las primeras décadas del siglo XX
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Fotografía
del Pórtico del Cementerio de Avellaneda hacia fines de la década del '30,
justo antes de la construcción del actual. Diario “La Opínón” del 25 de abril
de 1938. Fuente: Fotos e Historia del Partido de Avellaneda (Página de Facebook)
Así aparece en
fotografías de los años ’30; donde podemos observar un arco de medio punto
rebajado franqueado por pilastras corintias y sendas hornacinas a sus costados.
El frontis triangular remata en tres pilares con una cruz de hierro sobre su
vértice superior. A los costados del vestíbulo se disponían; a la derecha, la
primera Capilla, y a la izquierda, las dependencias administrativas.
En 1938, bajo el
último período de Alberto Barceló como Intendente Municipal, se construyó el
Pórtico Monumental actual, al mismo tiempo que, a pedido del Gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, Manuel Fresco; el arquitecto Salamone estaba
levantando sus construcciones en las necrópolis pampeanas.
La obra se
realizó bajo la Dirección del ingeniero Alejandro Varangot (Director de Obras
Públicas Municipal) y está firmada por el Arquitecto Antonio Bilbao la Vieja
(1892- 1980); quien diseñó por esos años la sede del Club Atlético
Independiente. Sin embargo, por el estilo utilizado, el resultado remite más a
Varangot que a La Vieja.
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Antonio Bilbao La Vieja en 1926, cuando fue tapa de "El Gráfico" |
Varangot es más
conocido por el Edificio Antonio Pini (1932) en Diagonal Norte; y el “Edificio
Varangot” (1936) ubicado en la calle Moreno, Barrio de Caballito. Ambos
incorporan elementos propios de las vanguardias arquitectónicas de la primera
mitad del siglo XX (especialmente el Art Deco). No obstante, Varangot abrevó en
el historicismo, especialmente en sus construcciones funerarias. Tal es el caso
del Panteón del Centro Gallego del Cementerio de la Chacarita, construido entre
1929 y 1932. Allí se utiliza un estilo neorrománico con recursos que después
llevará a sus obras del Cementerio de Avellaneda como el Pabellón de Oyuela y
Casacuberta (llamado comúnmente “El de la Cruz Mayor”); y el Panteón de la
Familia Leguizamón.
Tal como las
construcciones anteriormente mencionadas, el Pórtico Monumental construido en
1938 remite a la pesadez y la horizontalidad del románico, reemplazando la
piedra por un revoque imitativo. Otros elementos altomedievales son el techo a
dos aguas del volumen anterior, las ventanas estrechas; y especialmente el gran
arco de medio punto con arquivoltas y columnas pareadas que constituye la
entrada principal. A los costados de la misma, dos entradas secundarias
presentan en sus tímpanos sendos relieves que aluden a la muerte y la
resurrección de Cristo.
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Proyecto para pórtico del Cementerio de 1933 |
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Plano del Proyecto del Pórtico definitivo. Fuente Archivo Histórico Municipal |
El vestíbulo,
que simbólicamente puede ser entendido como un espacio de “transición”, también
oficia utilitariamente como un distribuidor que nos conduce a la avenida
principal del Cementerio; a la Capilla (a la derecha) y a las dependencias
administrativas (a la izquierda). Desde 1995 cuenta con un cielorraso decorado
con una pintura al fresco realizada por el artista José Satti.
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Detalle de "El Juicio final", en el cielorraso del vestíbulo del Pórtico del Cementerio. Autor José Satti. Fuente: Fotos e Historia del Partido de Avellaneda (Página de Facebook) |
La composición
se titula “El Juicio Final”, y presenta cuatro paños temáticos que confluyen
presididos por la Luz de Dios (que articula muy atinadamente con el candelabro
del peristilo). En el paño que da a Larralde (El Cielo), un Angel recibe a los
Bienaventurados que ingresan al “Domus Domini”, sin distinción de edad, sexo u
origen. El paño opuesto (El Infierno) es el lugar de los condenados por sus
Pecados Capitales, los cuales aparecen representados figurativamente. El paño
que da a la Administración (El Mundo), aparece representado por las diferentes
ocupaciones dispuestas según el criterio de clase, aprovechando el formato
triangular. Finalmente, el paño que da a la Capilla (La Iglesia, la Vía, el
Camino) simboliza las Virtudes Cardinales: La Caridad, la Esperanza y la Fe.
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