Categoría:
Panteón Familiar
Data: Circa
1920/1930
Ubicación:
Seccion 12, División 6
Constructor:
Zetti/ Córdoba
Características:
Otro ejemplo de Panteón ecléctico estandarizado de las décadas de los ’20 y los
’30, en este caso con varias placas que permiten inferir una profunda
vinculación con Racing Club.
Juan Ohaco vino
de Francia (probablemente del País Vasco) a mediados del siglo XIX. Asentado en
Barracas al Sud, se casó en 1854 con María Larraburo, con la que tuvo tres
hijos. El primogénito, llamado igual que su padre nació en 1855 y se dedicó al
comercio, actividad que lo llevó a asentarse temporalmente en la Ciudad de
Buenos Aires y en Magdalena.
Juan (hijo) se
casó en 1883 con Juana Bordatto y tuvo cinco hijos, de los cuales dos fueron
futbolistas de gran relevancia en la historia de Racing Club de Avellaneda: El
mayor, también llamado Juan (nacido en 1888) se desempeñó como defensor desde
1906 hasta los primeros años de la década del ’10, ocupando nada más y nada
menos que el lugar de capitán del equipo que logró el ascenso a primera
división en 1910 y el primer campeonato en 1913.
Alberto
Bernardino Ohaco (1889- 1950), el otro de los hijos de Juan; es sencillamente,
uno de los jugadores más importantes de la Historia de la Academia. Al menos es
el que más títulos oficiales ganó (20) y el que más goles convirtió (244).
Comenzó a jugar en 1906, logró el ascenso a primera en 1910 y participó de los
siete campeonatos consecutivos, de 1913 a 1919. Fue además el primer jugador de
Racing en ser convocado a la Selección Nacional, con la que participó de las
Copas América de 1916 y 1917. Dejando de lado las estadísticas, son los
testimonios de quienes lo vieron jugar los que mejor dan cuenta de su calidad,
por ejemplo, Félix Lorenzo “Borocotó”, quien decía lo siguiente:
...”Su fútbol era sereno, sin aristas podríamos decir. Ni el tiro
violento ni el golpe de cabeza potente. Su avanzar era lento, como el fútbol de
entonces, pero firme, seguro. Su gambeteo no legó al travieso que luciría
después su reemplazante, Pedro Ochoa, expresión de baldío. Ohaco recurría a esa
habilidad cuando el juego lo obligaba, pero prefiriendo siempre el pase, la
colocación de pelota. Acaso la, característica saliente suya haya sido el pase
preciso, justo, medido. Jugaba sin ningún esfuerzo aparente un fútbol
armonioso, elegante, que reclamaba como música de fondo un vals vienés”…
Fue elogiada también su caballerosidad dentro
del campo de juego, a tono con el espíritu de la época “amateur”. Con respecto
a esto, el periodista Raúl Roux cuenta en una semblanza sobre el jugador:
…”El
desempeño de este deportista le valió que en cierto momento se dijeran de él
estas palabras elogiosas: "Es el jugador más completo de todos los
tiempos; el capitán caballeresco, digno, que jamás protestó un fallo". Y
una prueba de ello es la siguiente anécdota de un hecho presenciado por nuestro
compañero Félix D. Frascara, hace ya mucho tiempo, en la casilla de la cancha
de Racing: durante un partido, Natalio Perinetti, contra su costumbre, había
protestado una decisión del referee. Ya en la casilla, Ohaco reconvino
amigablemente a su compañero, terminando por recordarle que jamás debía
olvidarse que vestía los colores de Racing”…
Como dato curioso, se dice que Ohaco tenía una
tendencia a ocultar su rostro en las fotografías de equipo. Según Roux, el
crack racinguista tenía sus motivos:
…”En
cierta oportunidad, Molinelli, un fotógrafo de Avellaneda le hizo a Ohaco una
buena fotografía de gran tamaño. Ohaco la vio, le gustó y le pidió a Molinelli
que lo obsequiara con una copia. El fotógrafo prometió enviarle una, pero no
cumplió, lo que dio lugar a que tantas veces como se encontraban, Ohaco
repitiera su pedido y Molinelli su promesa. El caso es que Ohaco no tuvo la
copia, y un día en que Molinelli iba a sacarle a Ohaco una instantánea en la
cancha, éste bajó la cabeza, diciendo: "Vos no me podrás fotografiar
más". Y como temiera que Molínelli enviara a otro en lugar suyo, cada vez
que Ohaco veía acercarse un fotógrafo, bajaba la cabeza y aquel famoso
sombrerito blanco malograba las intenciones del chasirete”…[1]
Alberto Ohaco falleció el 3 de enero de 1950 y sus
restos descansan con los de sus hermanos y padres. Además, en el Panteón
también se encuentra otro futbolista de los primeros años de la “Academia”, el
defensor Angel Betular.
![]() |
Necrológica de Alberto Ohaco aparecida en el Diario Crítica el 3/1/1950 |
[1] Las citas de ROUX y BOROCOTÓ; fueron tomadas de un artículo titulado “A la Carta: Alberto Ohaco”; publicado
el 21 de agosto de 2018 en www.elgrafico.com.ar y elaborado en base a escritos de ambos
periodistas realizados en la década del ’40.
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