Nombre: Flia Ramacciotti
Categoría: Panteón Familiar
Data: Circa 1950
Ubicación: Sección 51, División 7
Constructor: S/D
Características: Se trata de un típico panteón estandarizado de mediados
del siglo XX, sin más seña distintiva que la familia a la que pertenece. Sin
embargo, tras la robusta cruz de hierro que constituye la puerta de acceso al
recinto, se encuentran depositados los restos del ex futbolista Ricardo José
María Ramacciotti.
Ramacciotti[1], también
conocido como “Rama”, nació en Rosario el 26 de julio de 1934. Formado
futbolísticamente en los potreros de la ciudad ribereña, dio sus primeros pasos
“serios” en el Club Sportivo Pasco, con el cual llegó a participar en la ronda
final del Campeonato Infantil “Evita” de 1950. Originalmente se desempeñaba
como insider derecho.
Su actuación en aquel torneo, llamó la atención de Newells Old Boys, que lo
fichó para integrar las categorías juveniles. En aquellos años el club
rojinegro todavía sentía en el mediocampo la ausencia de Angel Perucca y, tras
la venta de su primer “reemplazante”, Ubaldo Faina; Ramacciotti logró debutar
en primera división a principios de 1953. A partir de allí su puesto sería el
de centromedio, de “cinco” clásico… “De
recursos, seguro, tal como se jugaba antes”…
Habil, cerebral, elegante, parsimonioso, temperamental, de buena pegada y
espíritu amateur; Ramacciotti fue un digno exponente de la “cantera rosarina”;
y si bien el cuadro “leproso” no alcanzó buenas colocaciones en la tabla de
posiciones de esos años, el fútbol vistoso desarrollado junto a compañeros de
la talla de José “Piojo” Yudica o la “Bruja” Belén, los llevó a realizar una recordada
gira por Bélgica, Holanda, Alemania y Francia a principios de 1955.
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Ramacciotti con la camiseta de Newell's, mediados de los '50. Fuente: Archivo personal Karina Ramacciotti |
Los buenos rendimientos de Ramacciotti en Newell’s, donde jugó 68 partidos
y marcó 11 goles; interesaron a River Plate, que a fines de 1956 pagó por el
futbolista, la nada despreciable cifra de 250.000 pesos moneda nacional. En un
plantel lleno de estrellas (Labruna, Menéndez, Carrizo, Prado), que venía de
ser campeón por segunda vez consecutiva, la llegada del crack rosarino era el
refuerzo lógico para un mediocampo dominado por el ya veterano “Pipo” Rossi.
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Ramacciotti con Labruna, durante su paso por River Plate. Fuente: Archivo personal Karina Ramacciotti |
Sin embargo, y a pesar de ser campeón en el 57 con la “banda roja”,
Ramacciotti no logró convertirse en titular millonario. Por eso, en 1958, River
lo cedió a préstamo a Unión de Santa Fé, donde jugó el torneo de ascenso de ese
año... Un año fatídico para el fútbol argentino, que vivió la eliminación en
primera ronda del Mundial, tras un humillante 6 a 1 ante Checoslovaquia.
El “desastre de Suecia” afectó profundamente al etnocentrismo futbolístico
local, relativamente aislado del mundo durante los años peronistas. De ser los
“mejores”, se pasó a desconfiar del estilo que se había practicado en los ’30,
los ’40 y parte de los ’50, conocido periodísticamente como “la nuestra”. Y a
partir de entonces, se empezó a pensar más en la preparación física, en la
marca, en los aspectos defensivos del juego…
Para un futbolista como Ramacciotti, adaptarse al nuevo paradigma
significaba convertirse en algo que no era: Un “Sprinter”, un atleta; Por eso,
tras la mediocre campaña de 1959, River lo vendió al modesto Argentinos
Juniors… En los planes de Liberti ya se estaba gestando la idea del “Fútbol
Espectáculo”: Comprar jugadores extranjeros a precios elevados... justamente en
una época en la que la atracción de inversiones extranjeras estaba de moda.
La locura de Liberti, a la cual se sumó también el Presidente de Boca,
Armando; fracasó rotundamente; y la sensación de 1960 fue, nada más y nada
menos, que el Argentinos Juniors de Ramacciotti que, con compañeros de la
categoría de Martín Pando, Canseco, Carceo, Sciarra, Ditro, Malazzo y Sainz;
realizaron una campaña excepcional; la mejor de la historia del club hasta la
llegada de Maradona. Terminaron terceros, tras Independiente y River, que quedó
segundo por diferencia de gol.
El equipo de La Paternal, “De pura cepa criolla”, “De entrecasa”, “Sin
importados”, realizó brillantes exhibiciones, pero aflojó en la recta final.
Aún así, demostró que las lecciones de Suecia podían resolverse dialécticamente,
sin anular la identidad futbolística de un país que se estaba acostumbrando a
mirar solamente hacia afuera… Lamentablemente esa lección tardaría en
aprenderse.
A fines de 1960 Ramacciotti recibió una de las mayores distinciones de su
carrera: Fue convocado a la Selección
Nacional. Su debut fue en un 4 a 0 contra Uruguay, por la Copa Roca. Luego jugó
las eliminatorias del Mundial ’62 y participó de una gira por Europa, jugando
contra Portugal, España, Italia, Checoslovaquia; y la Unión Soviética en Moscú…
en plena Guerra Fría. No obstante, la llegada a la selección de un técnico como
el “Toto” Lorenzo, empapado del nuevo discurso futbolístico, marginó a
Ramacciotti y le hizo perder la oportunidad de jugar un Mundial.
Durante el primer lustro de los ’60 el fútbol argentino, en la búsqueda de
una nueva identidad, profundizó su faceta defensiva y destructiva. En ese
contexto, el fútbol de Ramacciotti, pausado y cansino, quedó fuera de época; y
si bien siguió siendo el dueño del mediocampo de Argentinos Juniors, no logró
igualar la performance de su primera temporada en el Club. Con los “Bichos
Colorados” jugó 109 partidos y marcó 10 goles.
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Tapa de El Gráfico 1/2/1961 donde era descripto como "Un 5 con alma de Forward" |
A fines de 1963 le llegó una oferta de Colombia. El Deportivo Independiente
de Medellín se hizo con sus servicios por 20.000 dólares… En un ámbito menos
exigente y resultadista, más parecido al que había mamado el rosarino en su
juventud, se convirtió rápidamente en estrella y, a pesar de no ser campeón,
fue considerado el mejor valor del torneo de 1964, el número uno, el “Mariscal”
del campo.
En 1965 se encontró en el DIM con uno de sus compañeros de la selección
argentina, el “Loco” Corbatta, pero a fines de ese año y tras algunas desavenencias
con los directivos del club “Paisa”, Ramacciotti pasó a formar parte de su
archirrival, el Atlético Nacional, con quien jugó su última temporada en
Colombia en 1966. Al año siguiente regresó a la Argentina para terminar su
carrera en Los Andes.
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Tapa de Vea Deportes. Ramacciotti vistiendo los colores de Atlético Nacional en 1966. Fuente: Archivo personal Karina Ramacciotti |
Fue uno de los últimos “Cinco” clásicos en una época de transición, uno de
los que, como Didí, pensaban que era la pelota la que debía correr y no el
jugador… Ya retirado, Intentó transmitir esa filosofía como Técnico, dirigiendo
en breves lapsos a All Boys y a Argentinos Juniors. Sin embargo, fue Colombia
el lugar que más lo aprovecho en esa faceta, ayudando a desarrollar el estilo
que aún hoy identifica futbolísticamente a ese país…
Tal vez uno de los mejores homenajes que recibió en vida haya sido el de ser
incluido por Roberto Fontanarrosa en su cuento “El Ocho era Moacyr”, donde un
grupo de asiduos concurrentes a un bar repasan formaciones futbolísticas de
relieve… Allí, deliberadamente, Fontanarrosa le da un merecido lugar al
Argentinos del ’60; y por supuesto que inicia la reconstrucción del equipo
desde quien fuera indudablemente su Eje:
-
El cinco era Ramacciotti- Decía el Pitufo
-
Eso seguro-
-
El cinco era Ramacciotti-
“El Gran Señor de las Canchas”, como le decían en Colombia; murió el 4 de
agosto de 2003, y las palabras con las que finalizaba una nota de fines de los
’60, bien podrían servir de justo epitafio para una persona, cuyo recuerdo aún
sigue vigente en la memoria de los viejos plateístas:
“Y se marchó, transitando lo
que siempre fue: Sincero, honesto, sobrio. Un Caballero”...
[1] Los datos biográficos de Ricardo
Ramacciotti fueron extraídos del profuso archivo que compartió amablemente una
de sus hijas, Karina Ramacciotti; a quien agradezco además por haberme
advertido que los restos de su padre se encontraban en el Cementerio de
Avellaneda.
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