Nota aparecida en el Diario Crítica el 1 de noviembre de 1933
EN AVELLANEDA SE DESTACABA HOY LA NOTA PINTORESCA
UNA CHURRASQUERÍA IMPROVISADA EN EL CEMENTERIO
Estuvo muy concurrido el Cementerio Municipal de Avellaneda. Hombres,
mujeres y niños de todas las clases sociales fueron a renovar en la mencionada
necrópolis su ofrenda anual de flores y de oraciones ante la tumba de sus
muertos. Y como siempre también, no ha faltado en Avellaneda la nota emotiva y
la costumbre tradicional de los vendedores de agua, de flores, de estampas, de
velas y de bronces.
Un ambiente recortado y provinciano enmarcó bien en Avellaneda la efeméride
que hoy y mañana conmemora el pueblo cristiano.
UN TALLER EN PLENA ACTIVIDAD
La amplia escena del Cementerio de Avellaneda presentaba esta mañana un extraordinario
movimiento. La suntuosidad de los monumentos emplazados a la entrada principal
y a lo largo de las primeras callejuelas, contrastaba con los nichos humildes y
las tumbas proletarias, donde cada persona depositaba piadosamente su ramo de
flores naturales y acaso la honda ternura de un recuerdo muchas veces renovado.
Pero a este detalle colectivo de todos los Cementerios del mundo se le agregaba
en el de Avellaneda el de los aguateros y limpiadores, el de los pintores de
cruces y los muchachos vendedores de flores artificiales, velas, pastillas, caramelos,
etc; entregados por completo a su tarea con una urgencia insólita, como si
hubiese inmediata necesidad de cubrir en el breve plazo de 48 horas todos los
detalles feos de los nichos, las tumbas y las cruces.
UNA CHURRASQUERÍA
Y para que no faltase en ese improvisado taller de reparaciones la nota
provinciana, en el extremo opuesto a la entrada principal se ha instalado una
churrasquería bajo un techo de arpillera. Es allí como en algunas provincias
norteñas donde se reúnen todos aquellos deudos que, siguiendo una tradición muy
argentina, resuelven pasar el mayor tiempo posible durante esos días fúnebres
al lado de los seres queridos.
TRES ASPECTOS
La falta de agua es otro de los tres detalles singulares del Cementerio de
Avellaneda. Las personas que carecen de este elemento para el efímero alimento
de sus flores han llegado hoy a surtirse del agua acumulada por las recientes
lluvias en una tumba hundida, en las inmediaciones donde se levantan,
impresionantes y severos, los nichos de las personas que ocuparon el tranvía
102, precipitado a las aguas del Riachuelo el 12 de julio de 1930.
El último aspecto emotivo de hoy lo ha motivado la tumba de Juan Ruggiero,
por la que desfilaron continuamente numerosas personas, deteniéndose largo rato
en los dinteles del monumento. Cerca de esta morada está la de Jesús Mier,
fallecido en 1932. En su mármol está grabada la siguiente cuarteta: “Ante la
tumba solitaria/ donde tu alma reposa/Vienen tus hijos y esposa/ a rezar una
plegaria”… Y así como estos, otros más en diversas tumbas.
Al frente del Cementerio Municipal se levanta el Cementerio Israelita
Latino. Frío, solitario; sordo al dolor de los cristianos. Ahí el mes pasado se
conmemoraron ya las efemérides.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario