sábado, 31 de mayo de 2025

DESCUBRIMIENTO DE LOS MURALES DE CASTAGNINO Y COLMEIRO. TAPA Y NOTA DIARIO CLARÍN 3/12/2000

 

UN MURAL DE CASTAGNINO, OLVIDADO EN UN CEMENTERIO

Lo pintó el artista hace casi 50 años, durante su paso por Avellaneda. Expertos de la Academia Nacional de Bellas Artes comprobaron que era auténtico. El municipio encargó su restauración.

 

Los colores están opacos y casi sucios. Pero las pinceladas son tan firmes que aún permiten ver con nitidez los rostros sencillos y tranquilos de cuatro mujeres y dos chicos a los que nada parece estorbar. Apenas un pequeño lago cristalino, dos ovejas recostadas sobre el césped y un cielo azul y claro le disputan protagonismo.

En una pared cóncava del Cementerio de Avellaneda, Juan Carlos Castagnino supo plasmar así la alegoría del "descanso eterno", que hoy libra una pelea contra la humedad, el descuido y el olvido.

A casi 50 años de su creación, el mural intenta volver del ostracismo después que una comisión de Cultura del municipio y los mismos cuidadores del cementerio ponderaron lo que hasta ahora muchos creían sólo una "fábula": Castagnino había pasado por Avellaneda y había dejado sus huellas en algunos de los pabellones.

Hace unas semanas, expertos de la Academia Nacional de Bellas Artes fueron al cementerio y después de varios análisis comprobaron que la obra era auténtica. Sin embargo, un segundo mural también encontrado en el lugar, con mucha similitud por tamaño, colores y temática, sería de la autoría de un pintor español y amigo de Castagnino, de apellido Colmeiro.

La obra del pintor marplatense se suma a los seis murales encontrados a partir de este año en el distrito y que ya están en proceso de restauración: cuatro obras de Antonio Berni en un ex cine hoy convertido en un Bingo; otro Castagnino, en una biblioteca popular de Piñeyro y un original de Quinquela Martín que también intenta resguardarse y que está en la sede del club Racing que sufre una amenaza de remate de sus bienes.

Ante los descubrimientos de las pinturas realizadas entre las décadas del 30 y 50, la comuna de Avellaneda inició un plan de "puesta en valor" para incluirlas en un circuito turístico-histórico-cultural. "La idea es que los turistas que lleguen a la Boca, por ejemplo, puedan tener otra alternativa, tan solo cruzando el Puente Pueyrredón y a 5 minutos de la Capital. Allí se incluirían edificios también en plan de recuperación con estilos bizantinos y neorrenacentistas, un paseo del tango y la posibilidad de ver estos murales casi únicos teniendo en cuenta que el muralismo no tuvo gran apoyo en nuestro país", aseguró el subsecretario de Cultura, Federico Guerrero.

El mural de Castagnino recientemente descubierto está casi semidestruido en una de las entradas a los pabellones para nichos más antiguos del cementerio de Avellaneda. A pesar de estar sobre la calle principal de acceso, "durante años nadie le prestó atención. Se fue deteriorando como todo el salón e igual lo dejaron", comentó uno de los cuidadores.

A pesar de lo lúgubre del lugar, en medio de techos destrozados, flores secas y nichos casi totalmente abandonados, la obra —a pesar de no tener firma, por lo menos legible— no pasa inadvertida: tiene unos 7 metros de alto por 4 de ancho y sus relieves superiores están casi intactos.

Sin embargo, la peor batalla la libra contra la humedad ya que detrás de esa pared están los baños. "La peor faltante está en el sector inferior donde fue intervenido de manera doméstica, mediante picado y aplicación de revoques que se superponían a áreas con posibles vestigios de pintura. Además hay material faltante disperso en toda la superficie especialmente en forma horizontal que coincide con la arista que forma con el muro, la cubierta de los sanitarios", explicó a Clarín Ariel Fridman, uno de los especialistas en restauración.

La estética del cuadro se confunde a su vez con las inscripciones hechas con materiales cortantes y marcadores que se suman a las manchas de hollín, polvo y moho. "Gastón, Lucy te quiero, aguante Boca", son parte de las inscripciones que manos anónimas dejaron sobre las figuras de las mujeres sencillas, de claridad gestual y que tanto seducen en las obras de Castagnino.

En su paso por Avellaneda, el pintor dejó otra de sus obras en una biblioteca popular, en el barrio de Piñeyro, donde incluso vivió cuando era perseguido por su militancia comunista, en los años 30. Allí pintó "Mujer trabajando", en agradecimiento al asilo que le habían dado un grupo de anarquistas.

¿Por encargo?

Sin embargo, del origen de la obra del cementerio poco se sabe. Hasta su familia la desconocía. "Para mí fue una sorpresa. Me enteré de su existencia cuando hace unas semanas me avisaron de la Municipalidad. Papá nunca comentó nada sobre esa obra pero no me pareció tampoco disparatado, concuerda mucho con su vida y su tránsito por Avellaneda. Supongo que habrá sido una obra por encargo, porque es muy simbólica del lugar y en realidad papá pintaba mucho más sobre la realidad social del país y sus ideas", dijo a Clarín Alvaro Castagnino, el hijo del pintor.

Más allá del deterioro de ambas obras, los expertos coinciden en que el mural de la biblioteca de Piñeyro, "Veladas de Estudio para después del trabajo", tiene un valor de unos 20.000 pesos mientras que la del Cementerio podría superar hasta 10 veces la cifra. Su arreglo podría demandar alrededor de cuatro meses y unos 7.500 dólares de costo.

En primera instancia, el municipio barajó la posibilidad de que la obra sea trasladada a un nuevo sitio con mayor resguardo ambiental. Sin embargo los técnicos si bien confirmaron que la tarea era posible, lo consideraron una nueva agresión y hasta una probable pérdida de su simbolismo. Y tal vez algo muy alejado de las ideas del mismo Castagnino, quien solía repetir: "El arte no debe ser ni mítico ni telúrico sino arte puro, comprendido por el pueblo y, sobre todo, no estar vedado para nadie".

 


1919 VENTA DE CADÁVERES EN EL CEMENTERIO

 

Artículo aparecido en el Diario "Crítica" el 10 de junio de 1919

COMERCIO MACABRO

EN LA CIUDAD DE AVELLANEDA SE VENDEN LOS CADÁVERES.

La Ciudad de Avellaneda es de ambiente propicio al desarrollo de sucesos singulares.

Los sucesos que en Avellaneda ocurren logran, por su carácter extraordinario, repercusiones intensas en Buenos Aires, donde a pesar de todo cuanto se diga, aún no estamos curados de espanto.

Los crímenes de Avellaneda han alcanzado siempre celebridad insuperable y los hechos de misteriosa índole han sobrepasado en sugestividad  a todo cuanto por aquí sucede.

Ahora en Avellaneda se acaba de descubrir un acontecimiento de índole desconcertante, que según se nos ha dicho esta mañana, dará motivo a descubrimientos estupendos.

COMERCIO MACABRO

En la comisaría de Avellaneda se recibió una denuncia tan estupenda que pone los pelos de punta al menos propenso a la conmoción sentimental.

En el Cementerio de la Ciudad indicada se viene realizando desde hace tiempo, un criminal comercio que, a juzgar por lo que deja entrever la denuncia formulada ha producido bastante al administrador que es a quien se acusa de ejercer ese agio macabro.

Se trata de la venta de cadáveres, por cantidades exiguas a cuanta persona quien sabe por qué causas y motivos, están interesados en poseer despojos humanos.

De ese comercio se culpa al administrador del cementerio, que todavía no ha respondido a la acusación que se le hace, cosa que se espera con sumo interés.

EL PRECIO DE LOS CADÁVERES.

Autor de una denuncia que recibió el comisario Sr. Sánchez Vera, ha sido Gumersindo Vázquez, quien hasta hace poco tiempo desempeñó el puesto de peón en el Cementerio de Avellaneda. Vazquez dice que él sabe de un cadáver vendido en 30 pesos a una persona cuyo nombre ignora.

Este procedimiento le produjo indignación y así lo evidenció al invitarlo el administrador del cementerio a participar en esos macabros negocios.

Por tal causa Vázquez fue suspendido hasta nueva orden, según la comunicación que, firmada por el administrador del Cementerio, obra en su poder.

¿POR QUÉ SE LE PROHÍBE A VÁZQUEZ LA ENTRADA?

Pero la comunicación a la que aludimos no se reduce a lo expuesto.

En ella, según se nos indicó esta mañana, se agrega que Vázquez no puede pasar al Cementerio, prohibición que significa un atropello inaudito y deja al descubierto el temor que se tiene.

Gumersindo Vázquez, por haber estado mucho tiempo empleado en el Cementerio conoce las mañas de los empelados superiores y a juzgar por las resoluciones que contra él se toman, es temido.

La denucia ha producido estupefacción y, según se dice, surgirán nombres que gozan de respectabilidad, complicados en este vergonzoso suceso.


domingo, 25 de mayo de 2025

PANTEON PETRINO


Nombre:
Familia Petrino

Categoría: Panteón Familiar

Data: Mediados de la década del ´30

Ubicación: Sección, División

Constructor: Corbacho y Fernández

Características: Panteón de catálogo que presenta ciertas características propias del Art Decó, como el predominio de las formas geométricas y el escalonamiento de su frontis. Varias de sus placas han sido sustraídas, pero dos de las que aún se mantienen, nos remiten al fatídico 24 de enero de 1937.


Ese día los Hermanos Carmelo y Pascual Petrino, provenientes de Italia; concurrieron con sus familias y un grupo de vecinos de Remedios de Escalada, a un “Pic Nic” en el balneario de Quilmes. Eran en total 35 personas de las cuales al menos 20 eran menores. Durante el regreso, en el kilómetro 7 del camino pavimentado a La Plata, el camión que los transportaba embistió contra un camión que venía de descargar verduras en la Capital Federal. El accidente provocó la muerte instantánea de Pascual, de 42 años; y decenas de heridos, que fueron llevados de urgencia al Hospital Fiorito.

Allí, por la gravedad de las heridas murió un hijo de Pascual, Alfredo de 10 años; y dos de los hijos de Carmelo: Armando, de 7 años y María de 13.

De acuerdo a los testimonios de sobrevivientes, entre los que se encontraba Carmelo; el responsable del siniestro fue el conductor del camión en el que viajaban, Francisco Otero; quien habría emprendido el regreso después de haber bebido, y habría demostrado poca lucidez al manejar, produciendo zigzagueos y conduciendo a velocidad elevada.

Según el Diario Crítica, que cubrió el incidente; este tipo de situaciones eran moneda común en la época:

…”La vuelta de los Pic Nics ha producido con frecuencia alarmantes accidentes de diversa importancia, pero siempre de gravedad. El día de descanso, la misma animación de la alegría; produce en los concurrentes, cierta inconsciencia del peligro. En la playa, los accidentes a los bañistas se multiplican; en los caminos, los vuelcos y choques de vehículos menudean también”…[1]




[1] Crítica 25/01/1937


domingo, 18 de mayo de 2025

PANTEON CARLOS MARCUCCI

 

Panteón Marcucci. Crédito foto: Eduardo Bernabé Rojas Bortolini

Nombre: No tiene (presumiblemente ha sido vandalizado)

Categoría: Panteón Familiar

Data: Mediados del siglo XX

Ubicación: Sección 49, División 4

Constructor: S/D

Carácterísticas: Simple panteón racionalista de mediados del siglo XX. Se destaca por la importante cantidad de placas recordatorias en memoria de Carlos Marcucci (1903- 1957), prestigioso bandoneonista de tango. Dice sobre él Néstor Pinsón:

…”Fue uno de los tres pibes famosos en los albores del tango, junto al Pibe Maffia, el de Flores y al Pibe Fresedo, el de La Paternal. Tenían un público seguidor que los escuchaba y comparaba.

Había dudas sobre la fecha de su nacimiento, varios la situaban el 31 de octubre de 1904. Por tal motivo consulté a Oscar Zucchi, quien me mostró una copia de su partida de nacimiento, en la que podemos leer: «El día 2 de noviembre de 1903 se presentó el señor Romualdo Marcucci, italiano de 44 años, manifestando que el reciente día 30 de octubre, a las 17 horas, nació de su unión con la señora Carolina Zola, su hijo Carlos, en su propio domicilio, calle Lamadrid 920, Capital Federal».

Cuando tenía cinco años, los padres dejaron el barrio de Barracas para cruzar el Riachuelo e instalarse unos kilómetros al sur, en Wilde, Provincia de Buenos Aires.

Al tiempo, su hermano mayor adquiere un bandoneón al que, según comentario del propio Carlos, torturaba sin piedad, pero a él le despertó la atención. Así fue que comenzó a buscarle la vuelta. Y se la encontró. A los 8 años, advertida la familia de su habilidad con el instrumento, lo mandaron a estudiar con Arturo Bernstein, recorriendo sin dificultades las 40 páginas de estudio del método Menozzi, el máximo exigido entonces a un instrumentista.

También estudió violín con Mario Rosegger. Allí, tuvo de compañero a Antonio Rodio. Con él realizaba recitales a dúo, para felicidad de su maestro, pero nada de tango.

En sus comienzos actuó en el Bar Iglesias, de Corrientes al 1500, integrando un trío de pibes, entre los que estaba Cayetano Puglisi.

Héctor Bates y Luis Bates relatan que un día faltó a su trabajo y el encargado del bar, alarmado, viajó hasta Wilde para averiguar por él. Cuando llegó a la casa se lo encontró en el techo remontando un barrilete y negándose a bajar para ir a cumplir con su obligación. No podía encontrar argumento posible, hasta que se le ocurrió ofrecerle 20 centavos. «¿Me da 20 centavos? ya bajo.»

A los 14 años, integró otro trío junto al guitarrista Ángel Domingo Riverol y al violinista, y futuro jugador de fútbol Raimundo Orsi (Independiente de Avellaneda y de la Selección de Italia, campeona del mundo).

También integró una formación dirigida por Francisco De Caro en el café Royal y otras que se presentaron en el café El Parque y en el cabaret Chantecler.

En 1923, actuó con Carlos Vicente Geroni Flores. Ese mismo año hizo su primera gira a Méjico y Cuba con la compañía teatral Vittone-Pomar. En el elenco estaban el tenor José Muñiz, las actrices María Esther Podestá, Olinda Bozán y también, según algunos, la joven Libertad Lamarque.

A su regreso, es convocado por Francisco Canaro para viajar a París con una orquesta integrada por Juan Canaro y él en bandoneones, Agesilao Ferrazzano y el director en violines, Rafael Canaro en contrabajo y serrucho, Romualdo Lomoro en batería y Fioravanti Di Cicco en el piano. Debutaron en el Dancing Florida de París en abril de 1925.

Ya es considerado uno de los grandes ejecutantes. Zucchi nos dice: «Junto a Minotto fueron los iniciadores de la corriente virtuosística en la interpretación del bandoneón. Fue un gran técnico, pero con buenas dotes interpretativas. Sus arreglos eran complejos y sin dudas su obra importante fue “Aires españoles”, la primera escrita para solo de bandoneón, en 1924. También la destacada variación de su tango “Mi dolor”. Los iniciales dúos que realizara con Salvador Grupillo no demuestran sus méritos reales, son muy sencillos, sin nada para destacar. Lo suyo era un gran dominio técnico, su asombrosa digitación, la limpieza de sus variaciones corridas hechas con precisión matemática. Y fue su iniciativa la sistematización de solos a dos manos.»

Regresó de París y formó un conjunto propio. Actuó en los mejores locales y en el Chantecler, El Nacional, El Germinal y en el cine Metropol donde estrena “Mi dolor”.

Foto de Carlos Marcucci. Fuente: wwwtangosalbardo.blogspot.com


Primero fue uno de los tres pibes, ahora una de las tres “emes”: Marcucci, Maffia, Minotto. Integró Los Cinco Ases Pebeco, para presentarse en Radio Stentor, en 1935. Eran cuatro bandoneones, piano y glosador. Los nombres: Carlos Marcucci, Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Ciriaco Ortiz, Sebastián Piana y Homero Manzi.

En 1936, la revista Sintonía, dirigida por Arturo Kartulovich, —también propietario de la radio La Voz del Aire y corredor de autos de turismo de carretera— organiza, para sus lectores, un concurso para elegir al músico más destacado en cada instrumento. El fin era formar un quinteto de notables.

Los ganadores fueron Elvino Vardaro y Julio De Caro en violines, Francisco De Caro en piano, Pedro Maffia y Ciriaco Ortiz en bandoneones. Por razones de trabajo Maffia no se presenta y accede el tercero en la votación que era Marcucci.

Con el nombre Los Virtuosos debutaron en noviembre de 1936 en Radio El Mundo. Ese día interpretan entre otros temas: “Chiclana” y “Tierra querida” que, junto a “Un lamento” y “El tirabuzón”, fueron grabados en 1937.

Previamente, a comienzos del ’30, Julio De Caro lo había incorporado a su orquesta, en reemplazo de Pedro Laurenz, en la que se mantuvo hasta la década del '50.

En 1936, se casó con una pianista, Teresa Benedetti. Desde 1951 a 1957 integró la orquesta estable de Radio Splendid dirigida por Francisco Trópoli.

Gardel le grabó dos títulos: “Viejecita mía”, en 1923 y “La reja”, en 1928.

Su sexteto, llegó al disco a partir de 1929 y lo componían Salvador Grupillo a su lado, los violines de Luis Gutiérrez del Barrio y Mario Saiovich, Adolfo Krauss en contrabajo y Alberto Soifer al piano.

Lito Bayardo comentó sobre él: «Lo conocí integrando la orquesta de De Caro, me lo presentó Félix Lipesker. Un día me hizo escuchar una melodía que recién había compuesto, me pidió que le pusiera letra y poco después le leí unos versos que había titulado “Esta noche”. Lo estrenó De Caro en 1939 con la voz de Héctor Farrel. A los pocos días me llamó Azucena Maizani muy interesada. Casi de inmediato lo estrenó en el Teatro Nacional.»

Sus conocimientos musicales los volcó en un libro que contó con la colaboración de Félix Lipesker: Método Moderno para Bandoneón. En la tapa, en letra menor puede leerse: «Primera escuela de bandoneón. Cuatro cursos en un solo libro. Desde el curso elemental hasta el curso superior. Precio 70 pesos.»

En el prólogo dice Homero Manzi: «Ambos músicos no pertenecen a la etapa de los ejecutantes y compositores intuitivos, ellos pertenecen a los muchachos nuevos que se asomaron a la música popular entrando por la puerta del esfuerzo estudioso.»”…[1]




Placas recordatorias Panteon Marcucci. Fotos tomadas por Eduardo Bernabé Rojas Bortolini



[1] Pinsón, Nestor; “Carlos Marcucci”; Semblanza biográfica aparecida en la página www.todotango.com



PANTEON DE KEMMETER

 


Nombre: María Luisa de Kemmeter

Categoría: Panteón Familiar

Data: Circa 1930

Ubicación: Sección 13, División 2

Constructor: Gamboa y Maggi

Características: Se trata de un simple panteón racionalista revestido íntegramente en granito negro. A pesar de su austeridad, destaca por estar ubicado cerca del cruce de las calles principales del Cementerio, y por pertenecer a una de las familias más tradicionales de Avellaneda, los Kemmeter; que se asentaron en el partido en el tercer cuarto del siglo XIX provenientes de Bélgica. Entre las placas recordatorias aparecen varias dedicadas a Héctor De Kemmeter (1892- 1943). Dice sobre él, el historiador Paso Viola Frers:

…”Médico reconocido del Hospital Fiorito, estaba casado con Rosa Mambretti con quien tuvo cuatro hijos: Federico, María Luisa, Alejo y Leopoldo (…). El Doctor Héctor De Kemmeter durante más de veinte años ejerció la Dirección del Hospital Pedro Fiorito. Fue miembro de la Junta de Gobierno del Partido Demócrata Nacional de Avellaneda, Concejal Municipal, miembro de la Comisión de Higiene, y en las elecciones provinciales del 7 de diciembre de 1941 encabezó la lista de diputados a la legislatura por la tercera sección electoral, incorporándose a la cámara joven y presentando varios proyectos meritorios, entre los que se destacan el de las becas para estudios de Seminario, y otros vinculados al ejercicio de la caridad, de actividades religiosas o de salud e higiene pública. Fue socio y ferviente admirador del Racing Club (…). Tras sufrir el rigor de una larga enfermedad, falleció el 25 de agosto de 1943”…[1]



[1] Paso Viola Frers, Luis Fernando; “Racing, La Historia del Primer más Grande (1898- 1931)”


1965 LA CAPILLA QUE NO FUE...

En septiembre de 1965 se elaboró un proyecto para mudar la Capilla, ubicada a la izquierda del pórtico de acceso peatonal; hacia la zona del...