Hacia mediados del siglo XX, el crecimiento demográfico del Partido de Avellaneda tiende a estabilizarse. No obstante, el Municipio resuelve adquirir el triángulo que se había formado entre el límite sudoeste del Cementerio, y las calles Casacuberta y San Lorenzo; donde habría funcionado una chanchería[1].
Imagen que ilustra el terreno adquirido durante la última ampliacion. Fuente: Anuario La Opinión 1953
Esta última ampliación, realizada durante la Intendencia del Ingeniero José Aphalo (1948- 1952), terminó de darle a la necrópolis una forma rectangular con dos irregularidades: La lonja que surge de la diferencia entre El Salvador y San Lorenzo; y el vértice saliente que forma Casacuberta al describir una pequeña curva antes de interceptarse con Oyuela.
Vista panorámica del Cementerio. Fuente: www.google.com/maps |
Además, durante
esos años se levantó una sección de nichos sobre Oyuela, proyectada por Mario
Roberto Álvarez, que contiene en sus ingresos, sendos murales realizados por
los artistas Manuel Colmeiro y Juan Carlos Castagnino; y otra sobre Larralde en
dirección El Salvador.
Durante las
décadas del ’40 y ’50 la construcción de Panteones Familiares habría llegado a
su apogeo de la mano del importante proceso de distribución de la riqueza
generado por los gobiernos peronistas (1946- 1955). Así, una nueva camada de
construcciones estandarizadas irá llenando los espacios disponibles, dándole a
la parte del Cementerio que da a Larralde un aspecto abarrotado, compacto y de
cierta monotonía, que sólo rompen algunas obras en las que se observan
elementos del racionalismo arquitectónico.
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